A propósito de educación y juventud, los medios y las redes ha difundido en estos días una buena noticia: el triunfo de tres equipos de estudiantes universitarios venezolanos en un encuentro de la jerarquía y tradición del Modelo de Naciones Unidas de la Universidad de Harvard. La delegación de la UCAB obtuvo esta vez el premio como Mejor Delegación y Mejor Delegación Internacional, hazaña que no se repetía desde 2002. En el mismo encuentro internacional, en el que participaban las universidades norteamericanas de Chicago, Yale, Pennsylvania, New York y la canadiense McGill, entre otras, la Universidad Simón Bolívar fue distinguida como la Mejor Delegación Sobresaliente y la Universidad Central de Venezuela se hizo merecedora de cuatro premios individuales por el desempeño de sus participantes en los debates. 

La participación de nuestros estudiantes en el Modelo de Naciones Unidas de la Universidad de Harvard muestra no solo el esfuerzo de preparación individual y del grupo -técnicas de persuasión, negociación, redacción y oratoria, resolución de conflictos, estudio de un caso real de un país determinado- sino una orientación que mira al mundo, que se interesa por la política internacional y la función de la diplomacia, que cree en el valor del intercambio de conocimientos, que concibe su preparación más allá de los textos, que profesa la tolerancia y el respeto por la diversidad. Por algo el encuentro promovido por Harvard es calificado como el proyecto estudiantil de la ONU más prestigioso del mundo y el principal foro de relaciones internacionales para estudiantes universitarios de todo el mundo. 

Desde otra perspectiva, es también reconfortante constatar el entusiasmo, la dedicación y la calidad que se observa en el Instituto Jesús Obrero de las Flores de Catia donde se gradúan jóvenes bachilleres en diversas carreras técnicas y administrativas. De visita en sus instalaciones fue muy alentador percibir el entusiasmo, el orden, la disciplina, el respeto por los profesores, el nivel de educación técnica, la atención a los cambios y a las innovaciones. Regentado por Fe y Alegría, el Instituto Jesús Obrero es claramente un modelo de colaboración entre instituciones públicas y privadas, padres y exalumnos. Responde a una visión que valora la formación técnica, que atiende a desarrollar una persona integral, competente, comprometida con el trabajo, la justicia, la participación, la solidaridad y la libertad. 

Tanto la brillante participación de nuestros estudiantes universitarios en el encuentro de Harvard como la experiencia del Instituto Jesús Obrero de las Flores de Catia nos hablan de motivos de esperanza. Expresan las virtudes y las potencialidades de la participación, del esfuerzo personal y colectivo, de una visión que trasciende el espacio académico. Son razones para el optimismo. 

Vivimos tiempos en los que parece indispensable buscar y encontrar razones para renovar el optimismo. La preocupación por la educación y el apoyo a la juventud son, sin duda, la mejor siembra para contar con esas razones. La recuperación de la esperanza, desde luego, depende muy poco de la multiplicación de las promesas y mucho más de las actitudes que estimulen el esfuerzo individual y colectivo. 

La sociedad puede esperar mucho de la educación y de la juventud para el propósito de recuperar la esperanza. Sería, sin embargo, una nueva esperanza fallida si no atendiera la educación como máxima prioridad y si no alentara una juventud activa, participativa, consciente de su integración en la sociedad y de sus deberes para con ella.