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¿Los videojuegos enseñan algo?

¿Los videojuegos enseñan algo? Por Rosa María Rey, publicado en el diario El Universal, el 8 de julio de 2014.


Si el estimado lector tiene más de 40 años, mira a su alrededor y lo compara con el entorno en el que creció, encontrará un mundo visual, lleno de imágenes coloridas y textos con no más de 140 caracteres; podrá hablar... ¡y ver!, a la familia que está del otro lado del planeta y cualquier duda que tenga, desde una receta de pasta hasta donde queda Bali, la resolverá buscando en Google. Es posible también que cuando esté en un aeropuerto, vea en la silla de al lado a un adulto jugando Candy Crush o Angry Birds en el celular...

Sobre esto último, este nuevo mundo en el cual vivimos, incluye disfrutar de videojuegos que han sido frecuentemente estigmatizados, con el argumento de que son violentos o no se aprende nada, pero bajo esa visión, también se podría alegar lo mismo de los libros y películas. Entonces, así como en la Literatura, en los videojuegos pasa igual: los hay para todos los gustos.

Y sobre aprender, desde hace unos años se ha encontrado que utilizar elementos de los juegos, puede lograr que las personas se sientan más motivadas a realizar tareas que de otra manera no habrían sido tan atractivas, lo que se ha llamado "Gamification" en inglés y en español se está definiendo como "Gamificación".

Ahora, ¿qué tienen que alguien pueda estar tres o cuatro horas sentado delante de una pantalla concentrado en unas imágenes, moviendo controles... y divirtiéndose? Pues se ha encontrado en investigaciones diversas que los exitosos (que pueden consumir hasta 100 horas para terminarlos) son retadores -tienen un objetivo claro cuyo logro es incierto de alguna manera, por lo que el jugador debe enfrentarse a desafíos para poder ganar-; involucran fantasía -objetos y situaciones virtuales- y estimulan la curiosidad por querer aprender y lograr la meta. De hecho, se sugiere que si se quiere diseñar un videojuego educacional, se debería contar con los mismos principios para que pueda ser un medio efectivo de enseñanza.

¿Y qué se puede asimilar de ellos? Pues que colocan al jugador en un mundo que desconoce, con unas reglas que tiene que dominar para poder ganar, que las estrategias que sirvieron en un escenario no siempre son útiles para el siguiente y que si estas no funcionaron, lo peor que puede pasar es que haya que repetir un segmento del juego, es decir, se pierde el miedo a probar nuevas cosas. En algunos hay que formar equipos virtuales y desarrollar sus habilidades individuales. En otros, se aprende que hay que subir de nivel (ganar experiencia) para poder avanzar. Todo ello puede ser utilizado como experiencia para enfrentarse a la vida laboral o resolver problemas de la vida real (en este momento algún lector argumentará que si uno se cae de un precipicio, de verdad, no se puede retroceder como en el juego; tiene razón, pero hay ejemplos clásicos de empresas que desaparecieron porque los empleados eran más castigados por los errores que premiados por los aciertos y nadie quería probar cosas nuevas, no fuera a ser que no resultaran).

Entonces, estimado lector, la próxima vez que su hijo se siente a jugar, acompáñelo. Hay una alta probabilidad de que usted también aprenda algo.


@rosamariarey

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