María Magdalena González Gorrondona es químico de la Universidad Central de Venezuela que, luego de culminar su Ph.D. en química orgánica en el Massachussets Institute of Technology, decidió entrar a trabajar en Intepet (Instituto de Tecnología Petrolera) con un solo propósito en mente: derrotar a aquel agente maligno que había hecho fracasar su relación con Federico Andueza, un joven ingeniero petrolero que trabajaba en el área de perforación en el oriente de Venezuela. Federico y María Magdalena eran novios desde su época de bachillerato. Federico empezó a trabajar en la Compañía Petrolera de Venezuela, S.A. (Copevesa) a comienzos de los años noventa, y al poco tiempo fue Gerente de Perforación y Producción para la zona de oriente. Fue entonces cuando la vida de Federico comenzó a dejar de ser rosa? Atormentado por las sistemáticas obstrucciones de los pozos y las continuas quejas de sus supervisores, el apacible Federico cambió dramáticamente. María Magdalena estaba cerca de encontrar un mecanismo para identificar los solvente adecuados para las distintas parafinas que ocasionaban las obstrucciones de los pozos, lo que permitiría ponerlos en funcionamiento en un tiempo menor. Justamente esa matriz donde se relacionaban las parafinas y los solventes era lo que ella deseaba darle a Federico. María Magdalena no sólo tenía que enfrentarse a su drama personal, sino a otro quizás peor: sus superiores exigían de inmediato una justificación financiera de su proyecto de investigación. ¡Yo soy una científico!, argüía indignada, ¿por qué esta gente quiere ponerle frenos al saber?, gritaba por los pasillos de Intepet.
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